Lenguaje impronunciable e inarticulado,
signos impropios y aleatorios,
en claves indescifrables e indecibles,
el artilugio perdió su origen,
como también sus artífices.
La música se tornó ruido,
temblor de notas que ahuyentan,
hiriendo sensibilidades histriónicas,
desarmando los pentagramas
y la oscilación anuncia un cataclismo.
La forma y el color se contaminan
con el aire enrarecido del espacio,
dimensión perdida e inacabada,
los adefesios horripilantes acechan,
el arte es una presa moribunda.
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