Por las sombras desapareciste
al caer la noche sin luna y sin estrellas,
después de un día sin sol, lúgubre y gris,
tu rostro amargado y pálido, se marchitó,
tu cuerpo sin vigor ni alegría
jamás sintió la música, ni el color,
en una vida exenta de arte,
donde el metal que deslumbra
las manos avaras y los ojos codiciosos,
todo se corroe y degrada penosamente.
Entre destellos sobre el agua apareces,
en un amanecer lleno de júbilo,
radiante como flor de primavera,
tu rostro alegre y fresco, rejuvenece,
tu cuerpo de exorbitante vitalidad,
bailó los ritmos y pintó en el cielo un arcoíris,
sobre un paraíso de formas esculpidas por el amor,
donde las caricias son un tesoro invaluable
y abundan las generosas ofrendas de cariño
alimentando y regenerando eternamente.