miércoles, 29 de mayo de 2019

Dibuja en el rostro una sonrisa,
complacen sus sentidos,
ritmos que en otrora viajaran
de un puerto lejano,
de una costa distante en el adios.

Eriza su piel la melodía,
notas sublimes de sentido dolor,
de recuerdos vivos y añoranzas,
sentimientos profundos como un abismo,
donde quedó sepultado un amor.

Es su palpitar agitado,
el golpe de un bandoneón,
el repiquetear de las cuerdas,
de un violín que lloró al partir,
abandonando todo lo que aquerenció.

Avanzan sus pasos con el ímpetu,
que una nave enfrenta la mar,
con el arrastre denso y decisivo,
alcanzando confines insospechados,
pasiones adversas que un piano lamentó.
Con el primer acorde,
siguió un primer paso,
contenidos en el abrazo,
y se me entregó,
libre y febril.

La magia siguió...
unas notas más
de intensa pasión,
fuerza contenida,
en su interior.

Oh sublime música,
un fuelle expandió,
giró un huracán,
dos cuerpos unidos,
por una canción.





Tras la bruma

Amanecer entre la bruma,
velo tenue que cubre los contornos,
seductores y volubles cuerpos,
que al insinuarse provocan,
las más fantasiosas ideas
que una mente fecunda
pueda soñar y recrear.

Esa capa blanquecina y húmeda
acaricia levemente las pieles,
tiernas y sensibles,
que al excitarse se liberan,
se purifican y trascienden,
alcanzando la cúspide del color
una vez desnudas y reveladas por el sol.


miércoles, 22 de mayo de 2019

Obligado encierro, que invita a navegar,
los mares agitados de la mente...
Reviviendo imágenes ocultas u olvidadas,
lucubrando con los reflejos en el espejo,
o con las sombras proyectadas en el suelo,
formas y amorfas figuras,
que habitan en los confines de mi imaginación,
estrechando lazos con esta vida,
sin esperar otra que deba merecer.

Soledad aparente que es violada alegremente,
por el cándido juego de mis hijos caninos,
amor incondicional que me nutre,
en los lejanos y extensos valles del pensamiento,
los cuales recorro al librarme de los confines materiales
que limitan mi libertad en decadencia,
con el paso de los años, el tiempo enemigo,
franquea los campos de batalla,
dando así su golpe final.


En la milonga

Siguiendo las notas del tango aquel,
mis pies encontraron  el ritmo.
Las melodías me hicieron levitar en el espacio,
sosteniendo en mis brazos otra vida,
quien íntimamente me regalo en su respiración,
la vida en un suspiro de calma y paz.

La cadencia de un vals, gira los contornos,
desfilando en el suelo las figuras,
que se encontraron fortuitamente,
dejándose querer en un instante fugaz,
Hasta que el silencio inunde la atmósfera,
que una música hechicera conquistó.

La baldosa de esta milonga alegre,
agita el pulso de los corazones,
Acelerando el movimiento de los pasos,
Marcando una alteración de las notas,
Que caen como gotas gordas de un chubasco,

golpeando como un instrumento de percusión.

A mis perros

Dotando de beldades, sus cualidades,
en el brillo de sus ojos, descubro la luz,
que en los oscuros días de invierno,
su pelaje resplandeciente me abraza.

Ternura empalagosa…
que adorna las largas tardes de café en aislamiento,
motivándome a explorar las sendas vecinas,
aquellas que un día recorrimos juntos.

Sin palabras que vuelan en el aire,
como hojas secas que el viento barre,
nido crujiente que lo incita a jugar,
en un estallido de ímpetu y energía.

Compañía fiel que no decae,
en el tiempo que transita su efímera vida.
Sabe romper el hielo de la desolación,

con ingenuas acaricias que nacen de su ser.

domingo, 12 de mayo de 2019

Amor de madre

Caricias y ternura en el nido
amor que arropa
como pétalos de  suave terciopelo.

El calor de hogar
entibian los días más fríos
sonrisa que alegra cada despertar.

Mimos de madre dedicada
que arrullan en cada anochecer
cobijando la cría en su regazo.

Suspiro, temor y felicidad
siente en su entrañas
al ver el fruto de su vientre partir.

El hijo regresa siempre
a sentir su abrazo
enternecedor y sincero