Atraviesa la luz los pétalos de las flores
que ubico frente a mi ventana,
tiñendo de rosas y magentas
la superficie de mármol blanco
de la mesa donde desayuno,
escribo, dibujo, pinto y sueño.
La luz atraviesa también
el verdor de las hojas perennes,
aún en este frío invierno,
conservan su color y vida,
regalándome aún su perfume
y alegría vegetal.
La luz se refracta en las gotas del rocio,
o del hielo que se derrite del techo
tras la helada nocturna y crean
bellos cristales sobre todas las superficies
adornándolas de diamantes acuosos
y resplandor natural.
La luz del fuego que entibia
el hogar, donde mis perros y gata,
acompasan con su respiración,
el crujir de los leños en la estufa
ubicada a un lado de mi pieza
donde reina el silencio, que es música del alba.