miércoles, 6 de febrero de 2019

La piel vivió las caricias,
sintió el deseo y el sudor baño su cuerpo,
recorriendo como rios su topografía,
explorada por otras manos,
abordada por otros brazos.

Los ojos brillaron,
viéronse reflejados en otros,
con la mirada fija, esa mirada intensa,
el deseo expresado con fervor,
ansias de pasión.

El olfato se complace,
con los perfumes de otro cuerpo,
inhala, respira el mismo aire,
goza con los aromas,
exhala extasiado de placer.

Los labios que besan,
instrumentos diseñados para amar,
humectados y deseosos,
descubren acariciando insinuantes,
el fruto carnoso ambicionado.





Después de la guerra, las calles muertas.

Las calles de la urbe...
Lucen tristes y arruinadas,
solo merodean las criaturas,
yacen los cuerpos abatidos.
O cruel ataque que apago su luz
O despiadada mente que desoló,
ser vil que siembras terror.

Las calles de la ciudad...
El pavimento está frío,
un silencio sepulcral,
inunda cada rincón.
O intrusos funestos del mal.
O plagas arrasadoras,
alimañas que el sol nunca alumbró.

Los cronistas recorrerán...
Por las calles muertas,
testigos del horror.