De la impenetrable oscuridad de la noche
brotan lágrimas y sonrisas.
El búho nocturno es testigo
de las noches de insomnio
de los que eligen las horas de luna
para el goce o aquellos atados a la agonía.
Si Diana resplandece con fulgor,
la velada se hará notable
tras los cristales de los ventanales y las copas,
si las nubes esconden su presencia,
los seres atormentados se esconderán
tras las cortinas de las sombras proyectadas
por las lámparas melancólicas de los callejones.
Noche, noche que tras tu manto insondable
escondes secretos contados a los árboles,
eres eterea sustancia donde navegan
los murciélagos, las libélulas
y la pluma del escritor.