Frente a mi ventana, los jazmines amarillos,
el picaflor suspendido en el aire,
todo se llena de color y se carga de júbilo.
El paisaje invita a caminar descalzo
sobre el verde que brota del suelo
y sentir la brisa en el rostro.
Los abejorros zumban entre las flores,
polinizando, acarreando consigo
el polen que fecunda y nutre.
En el calmo amanecer serrano,
la vida sigue palpitando y sonando
como sinfonía del cosmos.