Abierta la ventana de la soledad,
escapan y se liberan las mariposas,
las aves y los agentes voladores,
que permanecían presos
y cautivos por el diario frenesí.
Se escuchan las trompetas triunfales,
de las vencedoras luciérnagas,
agentes luminosos antes apagados
por el olvido y la ciega ignorancia,
que cubría con su armadura inviolable de frialdad.
La ineludible realidad de lo mínimo,
de lo sencillo y del casual encuentro,
los matices del caparazón y de las plumas iridiscentes,
son ahora el espectáculo grandioso tan esperado,
hemos reforestado el bosque de la felicidad.
Cuan inefables son las nuevas experiencias,
no existe empresa más colosal,
que volver a describir y redescubrir,
la esencia de lo bello y sublime,
de alquímica magia que nos trajo aquí.
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