Las luciérnagas de la noche
se esparcen sobre el velo oscuro
brillando desde otros tiempos y espacios
mientras los seres taciturnos
deambulan en la noche callada
tratando de escapar a la ineludible espera
del lecho solitario y el nido vacío.
La tersura del pelaje suave,
la mirada tierna y honesta
del cánido amigo,
del felino ronroneo acariciante,
sean junto al elixir de la vid,
el bálsamo a las heridas del adiós.
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