Los barcos han zarpado
y en altamar la tormenta
los ha hundido.
Los jinetes han desmontado
ya de sus corceles,
galopan libres los campos.
Quizás es mejor sucumbir
y aceptar lo ineludible.
El hastío tras los cristales
y los diarios enmohecidos
vaticinan el final.
La vida es un rayo de luz
que se corta
como un hilo cuyas hebras
se deshilachan.
El amor y la pasión son dos alas
que se elevan con el viento,
como las aves al rayar el alba.
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