miércoles, 1 de abril de 2020

Quien diría que saborearía tus besos
y estos supiesen a cerezas dulces,
y el perfume de tu carne
a flor de azahar en mi primavera.

¿Dónde estoy? aquí en tus brazos,
regocijado, descubriría quien sos,
el secreto de tus ojos develado,
tras horas de mirarlos con devoción.

Porque las ganas y el deseo,
son tan fuertes como un imán,
que atraen a los cuerpos solitarios
desahogando en el otro sus pasiones.

Cuanto valor hay en los encuentros,
donde el sudor y los cuerpos agitados,
comparten instantes álgidos y fervorosos,
en una montaña rusa de climax y paz.

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