De repente se escucha el viento
que mueve las ramas y sus hojas,
y las aves confiadas silvan y cantan,
a todo pulmón, jugando en el aire,
en el espacio que es suyo.
De repente la luz cálida incide
en las superficies y volúmenes,
adornando con cada color de la paleta,
con los cuales se vale la naturaleza
para pintar estos paisajes tan únicos.
De repente los aromas de las flores,
y de la hierba mojada por la lluvia,
perfuman el aire puro que se respira,
esta fragancia que todo posee,
parece ser una caricia que perdura.
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