La noche, son las horas idóneas,
Para el encuentro casual y fortuito,
Para el acecho y la búsqueda,
De la cita inesperada, sin prisas,
Ni ataduras, o compromisos.
En la oscuridad y la penumbra,
las sensaciones se intensifican,
El pulso y la respiración se agitan,
Como un mar durante la tormenta.
La invitación, la sugerencia, el roce
Son la chispa que inicia el fuego.
Desesos los dos o más, las complicidades,
Son un lazo elástico y versátil,
Como una trampa invisible,
Donde las presas son también cazadores,
Y en esa maraña de sensaciones,
Las ganas se juntan en un torbellino
Que amalgama por instantes,
A desconocidos deambulantes nocturnos.
La piel y la memoria, únicos registros,
Sensibles y volubles, desean y añoran,
Otra noche para explorar y rendirse
A la sensual tentación.
La noche...
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