martes, 26 de abril de 2022

Amanece y las doncellas dormidas,

cubren sus curvas con el velo de la niebla,

por pudor o coqueteo, ellas visten su traje de tul,

blanco, gris, espeso que tarda en descubrir los pies,

como quien juega junto a la orilla del riachuelo

y todo queda humedecido y fresco.

Las doncellas siguen filtrando en sus entrañas 

el elixir cristalino de la vida,

que brota de su vientre, 

desde hace muchas albas,

en tiempos inmemoriables y arcaicos,

entregándonos su amor generoso.

Pasan las horas y el velo seductor desaparece,

el sol brilla resplandeciente y las aves trinan con intensidad.

Amanecen las sierras en otoño

y las doncellas duermen.

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