La consciencia de abrazar y sentir,
de navegar el espacio con otro ser,
de pisar y dibujar las notas de un tango febril,
de respirar las pausas y vibrar al unísono,
de acariciar el suelo, en el cual aferrados
como árboles que emergen,
sintiendo el aire que acaricia las hojas.
La consciencia de abrazar y sentir,
nos eleva a la cúspide de la ola,
de esa marea humana que ama y sueña,
que revive en sus cuerpos,
historias épicas del ayer y del hoy,
como sabios diálogos instrumentales,
entre un piano y un bandoneón.
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