sábado, 1 de febrero de 2020

Embriago mi sentidos
con el dulce sonar de un violín,
con el rítmico y rezongón bandoneón.
Sería que me esperaba a estar solo,
para enamorarme y adueñarse de mi
y cada hebra sensible de mi ser
vibra con el bajo
con la grabes notas
que mi corazón latió.

Humectan mi reseca garganta,
las copas de vino en el viejo cafetín,
que en otrora, viejo salón de milongas,
piso paseado por milongueros del ayer,
hoy reviven en sus muros,
un tango que sigue más vivo que nunca,
recreaciones de melodías de antaño,
como crisol de culturas, que esta nación,
en su seno acogió.

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