jueves, 6 de junio de 2019

Milonga en el bodegón

El fuelle se expandió,
del gran pulmón de madera,
sus cuerdas vibró,
A unos violines agitados,
como enjambre de abejas,
las notas de un pianoforte,
respondió,
para compartir su dolor.

Los cuerpos agitados,
en el fin de una frase,
respiraron y una pausa...
Acentuó el encanto.
Y el eco de la voz
del cantor en el bodegón,
resonó por siempre
en los apasionados corazones.

Una guitarra resonó,
tiñendo de romanticismo,
las notas más melodiosas,
de una milonga de antaño,
como meciendo los cuerpos,
con sus pieles sudorosas
que aquel piso de historia,
recorrido al son del bandoneón.

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