domingo, 25 de noviembre de 2018

Despertado por el resplandor
en mi copa de vino,
inclinado sobre mi mesa,
el haz de luz se hace violáceo-rubí.
Con la corbata desatada
y el cabello desordenado,
retomo la letra
que compuse ayer.

Ayer cuando sus ojos..
me veían, cristalinos y puros,
con esa sonrisa que alegraba
radiante como sol de medio día
penetrando cada rincón,
proyectando los contornos
sobre el extenso suelo,
lleno de huellas del ayer.

Ayer que desaparece en la memoria,
embriagada y perdida,
vuelvo en mi, sorbo cada gota remanente
en este cáliz de rojo placer.

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