sábado, 24 de febrero de 2018

El agua se escurría entre los dedos
Un mar de emociones postergadas
Aplazando el momento del placer
Así las hojas se acumularon
Escondiendo su piel tersa
Un gélido viento desnudó
Una esfinge de hielo cuarteada

Amasó rútilas monedas de oro
su cuerpo imitó el metal
Con un caparazón rígido
Un interior vacío y estéril
que ningún sueño tierno ocupó
desérticas palmas, sin huellas
Piernas inertes, sin ritmo

Al despertar del sueño
Cubría su rostro un manto
Quiso moverse inútilmente
El último grano de arena
Se precipitó a la duna inferior
Del cual ningún viajero regresó

Y estrella alguna jamás brilló

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