El arrebol reflejado en los cristales
y paciente asomado tras los ventanales
su rostro se funde en la imagen.
Espera que suceda de nuevo
que vuelva a sentarse en frente
en la misma mesita de mármol
tomando de su taza de café
luego le robe un beso
dejándole su número escrito
en la servilleta de papel
con la cual secó sus labios.
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