Conservaría siempre los abrigos
en el espaldar de las sillas.
Los zapatos los lustraría
justo antes de salir a la milonga.
Bajo el sofá que nunca movería
para barrer los despojos que arrastra el viento
escondería la pluma para escribir los bocetos
que creía haber perdido en su diario afán
Las cosas permanecerían tal como las dejó
sin olvido ni memoria
simplemente una naturaleza muerta.