Sin despedida, se guarda la esperanza,
el deseo del reencuentro
o de un promisorio futuro.
Una llamada, una noticia, unas campanas,
y se enluta el corazón.
El dolor es un veneno,
que vence al amor.
Sin despedida, se conserva el sueño,
el anhelo del abrazo y el beso,
o de un luminoso amanecer.
Una llamada, una noticia, unas campanas,
y se desgarra el corazón.
El dolor es un veneno,
que vence al amor.
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