para encontrar las flores cortadas.
Algunas tenían sus capullos sin abrir,
otras habían lucido hermosamente sus pétalos.
El sol, la lluvia y la tierra abonada,
les habían brindado su riqueza.
La maldad vino una noche tenebrosa,
con sus tijeras de la muerte y la tortura.
Las cortó, las pisoteó y desparramó sus pétalos,
esparció las plagas sin control.
La crueldad es enemiga del jardín de las flores,
nos roba sus aromas y colores, su candor y alegría.
Cada día, lloraré cada rosa robada,
cada jazmín que ya no perfuma,
cada orquídea exótica que ya no habita.
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