En la noche taciturna,
cuando mis hijos duermen,
y no me he escabullido sigilosamente
hacia mis noches de bohemia,
la serenidad llama a mi puerta
y la imaginación como artilugio fílmico,
proyecta en cada rincón los recuerdos.
El agua bulle con la infusión
y la bebo lentamente
para entibiar mis manos y mi ser
en esta noche de calma otoñal.
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